PRIMER BESO: PARTE 2
Una vez que llegue al puente no sabía hacia donde caminar, si al centro, hasta el otro extremo, no tenía idea donde estaba Louise. Acomodé un poco mi ropa y mi cabello y empecé a caminar hasta el centro del puente, habían algunas personas caminando por allí, una de esas personas debía ser él.
Entonces algo obstruyó mi visión y me trajo de vuelta a la realidad, inhalé un poco de aire y me percaté de que era Louise por que llevaba ese fantástico perfume que tanto me gustaba.
Retiré delicadamente esas suaves manos de mis ojos, me di vuelta y lo miré a los ojos.
— Bonne nuit – saludé
— Bonne nuit ma femme de chambre – Me saludó un besó mi mano, era tan encantador y romántico, todo un príncipe de un cuento de hadas. –Sonreí- — ¿Quieres caminar un rato? – me preguntó y me pidió llevarme del brazo.
— ¡Por supuesto! –sonreí y me enganché a él.
— Está usted muy hermosa hoy
— Gracias – Tenía los nervios de punta, tanto encanto era imposible de resistir. Era imposible no quedarse sin palabras. - ¡Me encanta este lugar! –sonreí
— ¿De la misma forma que tú me encantas a mí? – me preguntó. ¿De la misma forma que qué? ¡Dios santo! – me quedé sin palabras- — ¿Te molestó lo que dije? –preguntó de nuevo.
— No. Para nada –tartamudeé.
— ¡Ay! – me quejé en voz alta.
— ¿Qué sucede? – diablos – pensé, no quería que se diera cuenta de mi estado nervioso y el destino se empeñaba en ponerme un millón de trampas para hacerme demostrarlo.
— Mordí sin querer mi lengua… - dije. ¿Lo dije? –pensé. ¡Maldición! Todo estaba saliendo de una manera diferente a como lo imaginé. Aunque, lo que había imaginado era que le gustaba y que estuvo a punto de besarme tal y como pasó la noche de la cena en casa de sus padres.
— Déjame ver – Acercó su rostro a mí, sostuvo mi cara con sus manos. — creo que hay sangre. –añadió.
De pronto, el tema de la lengua mordida se desvaneció como el suspiro de un bebé. Nuestras miradas se engancharon, estaba segura de que esto no era producto de mi imaginación, aun sentía el dolor provocado por la herida de mi lengua; era la segunda vez que mi aire se hacía muy denso, tan denso que casi no podía respirar y casualmente siempre era estando con él.
Mi corazón dio un brinco cuando vi en cámara lenta sus ojos cerrarse, fue allí cuando no pude hacer nada para evitar empujarlo, seguí caminando.
— ¿No vienes? – pregunté, miré al frente y me percaté de que la calle era nuestra, nadie mas estaba en ella. A mala hora surgió de la nada ese apagón que dejó sin luz a medio Paris. Me asusté. — ¡Louise! –Grité aterrada.
— Aquí estoy, no tengas miedo. – Me susurró, me abrazó y apoyó su cabeza en mi hombro. Mi corazón latía tan fuerte y ahora no sabía diferenciar si era por tener a tan encantador hombre abrazándome o por el repentino apagón que oscureció las calles de parís.
Odiaba la oscuridad y tenía miedo, lo abrasé fuertemente y sentí como lentamente me arrastró hasta apoyar mi espalda sobre un soporte metálico.
— Tranquila, todo estará bien. –susurró Louise mientras me abrazaba.
¾ ¿A que se deberá que no hay luz?, –pregunté. Necesitaba sacar de mi cabeza tantos pensamientos inoportunos. Solo mantenía mi antencion en sus brazos rodeándome y en lo cerca que estaba.
¾ No lo sé... –dijo con voz temblorosa y llevó una de sus manos llega hasta mi rostro para acomodar uno de los mechones sueltos de mi cabello detrás de mi oreja; rosó suavemente mi mejilla y me miró profundamente. Mi corazón jugaba a salirse de mi pecho y creo que de un momento a otro lo lograría si seguía asi.
¾ Está pasando... — Está pasando... - Era mi único pensamiento y esta vez sin marcha atrás, su brazo rodeándome, era como una advertencia a que no me escapara esta vez. Me besó, estas vez sin nadie que nos interrumpiera, sin escapes precipitados, sin pensamientos incoherentes. No tenía idea que estaba pensando, de hecho creo que ni lo estaba haciendo, mi mente estaba en blanco, tan blanca como una hoja de papel vacía que esperaba a ser escrita. Solo sentía el olor de su perfume, sus labios, su respiración, su brazo a mi alrededor, estaba comenzando a perder la razón.
Nos separamos por un instante y tome una bocanada de aire, su mirada era tan dulce, la luna iluminaba su rostro, se veía realmente hermoso, era indescriptible la atmosfera de este momento. Llevé mi mano hasta sus ojos, rodee con círculos imaginarios sus parpados, él lentamente cerró sus ojos y besó la palma de mi mano, seguí tocando su rostro y me animé a besarlo esta vez yo. Instintivamente me abrazó.
Ambos dimos un salto inesperado y nos apartamos, cuando un barco pasó tocando corneta, nuestras miradas se dirigieron al puente. Me dedicó una sonrisa y fue instintivo devolvérsela. Su mirada se centró en mi de nuevo, sus brazos no me soltaban, no sabía que decir, no lograba juntar palabras. Mi corazón dio un vuelco en espiral cuando escuché salir esas palabras armónicas de sus labios:
¾ El otoño junta sus calidas brisas, sus matices adornan las calles, sus atardeceres pintan nuestras tardes, pero Paris me trae el recuerdo tu mirada. – ¿Como podía emitir palabra cuando decía cosas como esas? cambiar de conversación era mejor plan en este momento, ya se estaba haciendo tarde y la ciudad estaba a oscuras.
¾ Louise, creo que es hora de regresar a casa - murmuré.
¾ Si así lo deseas -suspiró
El camino hacia el edificio fue callado, mi cabeza se llenó con los mismos recuerdos una y otra vez, no podía dejar de pensar es ese beso, en ese minuto donde mis pensamientos perdieron la razón. -dejé escapar una sonrisa-
Llegamos al edificio y volvieron a mi mente esos extraños momentos en los que no sabía que hacer, quería salir del carro precipitadamente pero sabía o mas bien quería decirle algo antes.
¾ Louise... -suspiré. — Nos vemos pronto, te... – Corté mis palabras, no estaba segura en querer decir "te quiero", aunque era lo que realmente deseaba, era contradictorio, estaba confundida. Abrí la puerta del carro y justo al momento en el que me iba a bajar, me tomó por el brazo delicadamente.
¾ Espera - clavó su tierna mirada en mí. — ¿Nos veremos mañana? – besó mi mano.
Mañana hablamos, buenas noches. – me despedí y me acerqué para besar su mejilla, pero fue en vano, él tomó mi rostro y lo desvio hasta sus labios, me aparté rápidamente, con delicadeza, con esas inmensas ganas de querer estar allí, besandolo. Salí del auto, él espero a que entrara al edificio y se fue. Tenía el magnifico olor de su perfume impregnado en mi piel, cada respido era un viaje seguro a mis recuerdos de esta noche junto a Louise.Todos los derechos Reservados. (c) 2011 por Autores: Victor Yustiz y Sharlot Vargas.
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