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lunes, 19 de diciembre de 2011

Cuatro palabras: Parte 1





CUATRO PALABRAS: PARTE 1

Paris, ahora  no era un mito para mí, realmente es la ciudad del amor y creo que estaba empezando a contagiarme con su atmosfera romántica. Paris después de todo me había hechizado. Los besos de Louise combinados con esas frases románticas, lograron hacer que ese instante fuera perfecto, el mundo olvidó su rumbo, solo éramos él y yo en ese momento. - Dejé escapar un suspiro y una sonrisa.
Hoy no tenía un plan establecido, quería ver a Louise, quería tenerlo tan cerca como ayer y mirarlo a los ojos. Mis pensamientos estaban en orden, al menos intentaba mantenerlos controlados. Tenía que lograr  no distraerme, aunque sus ojos eran hipnóticos, con solo mirarlo ganaba un boleto a una distracción segura, Si de por sí, no era capaz de unir dos palabras cuando estaba conmigo, el hecho de que me mirara lo hacía más complicado aun.
Eran las 9:03 a.m. cuando me levanté, necesitaba hablar con Shannon. Si no le contaba lo que había pasado seguramente me daría algo. Encendí la computadora, pero estaba fuera de línea en el chat. — Por favor Shannon conéctate – pensaba ansiosa.
Escribí un mensaje para su buzón haciéndole saber que necesitaba hablar con ella urgentemente. Me fui a duchar a ver si hacía algo de tiempo para que se conectara, tenía la esperanza de que el agua calmara un poco mi loca cabeza y que trajera pensamientos un poco más coherentes; el agua estaba fría, pues así lo preferí.
Caminé hasta la computadora con la esperanza de que Shannon ya estuviese en línea, pero me decepcioné un poco al ver que no estaba, realmente necesitaba hablarle, esto era algo que simplemente no podía dejárselo escrito y ya, necesitaba gritárselo, necesitaba desahogarme.
En mi mente persistían  esos pensamientos que no pueden ser expresados en letras, son del tipo que no pueden escapar de las paredes de nuestras mentes sin ser gritados. No era muy conocida por ser paciente, pero decidí esperar un poco mas antes de intentar pensar en cualquier locura. Recuerdo que mi abuelita siempre decía: “La persona paciente siempre será premiada”, y estaba confirmándolo, pegué un grito al ver que en la parte inferior derecha de mi computador salió un recuadro que decía: “Shannon ha iniciado sesión”, había sido premiada por mi paciencia, tal y como lo decía mi abuelita, gracias a Dios.
Sin pensarlo dos veces le escribí, le dije que activara el video chat, que tenía que decirle algo importante, le conte todo lo que había pasado ayer, entre algunos desvíos en la conversación Shannon es el tipo de persona que le encanta hablar de mil cosas a la vez, me pregunto por Christ y me sentí mal por ayer haberlo dejado en el museo.
Finalizamos la conversación con algunos sucesos, me contó de nuestros amigos, que habían salido recientemente, como han sido sus días y un montón de cosas. Se despidió de mí porque tenía  que salir, me sentía aliviada, al menos ya se lo había contado a ella, para mí siempre ha sido importante la opinión de una amiga en un acontecimiento como este.
Me terminé de arreglar para ir a recorrer las calles inspiradoras de Paris, en este momento no necesitaba cualquier cruce con Christ, no quería mentirle pero tampoco podía contarle lo que  pasó con Louise, nuestra amistad estaba en perfecto estado y no quería destruirla de nuevo. Salir del departamento fue como haber estado en una misión espía, miré para todos lados asegurándome que no estuviera Christ por allí cerca, bajé por el ascensor. Estaba consciente que no podía estar huyendo toda la vida de él, yo tan solo esperaba el momento y la manera de decírselo, estaba odiando el hecho de que vivamos en el mismo edificio, esto me hacía sentir fatal, no quería mentir y mucho menos a él.
Me sentí libre al salir del edificio, caminé sin ningún destino fijo, solo quería disfrutar del día y que mis pensamientos tomaran rumbos diferentes, quería poner  en orden eso que no debo decir, lo que no debo pensar y lo que definitivamente no diré.
Escuché sonar mi celular dos veces, lo saqué de mi bolso y me percaté que eran dos mensajes. El destino me estaba haciendo una muy mala broma, abrí el menú para leer cada uno de los mensajes.
El mensaje de Louise decía: “Es imposible concentrarme cuando tu estas en mis pensamientos, mi corazón se adueña de tu mirada, hasta dormir le encuentro sentido porque sé que estás presente cuando cierro mis ojos”.
El mensaje de Christ decía: “Lau ¿Dónde estás? pasé por tu departamento pero por lo visto no estás. ¿Cómo te fue ayer? escríbeme en lo que puedas”.
¿Y ahora que haría? –pensé. Uno estaba recitándome un poema y el otro buscándome. No sabía que venir a Paris seria como dijo Shannon, un caos internacional. Le contesté a ambos, a Christ le dije que estaba caminando y que regresaría en un rato, mientras que a Louise no sabía que contestarle. Un “gracias” era la mejor respuesta que se me ocurría. No tenía idea que responderle a alguien que me dedicaba unas palabras tan lindas, por suerte recibí otro de sus mensajes que me llegó como anillo al dedo:
¾    Desearía verte hoy. ¿Tienes tiempo?
¾    Si, ahora estoy caminando ¿Dónde nos podemos ver? –contesté de inmediato.
¾    En el Parque de Bagatelle ¿Te gustaría? –preguntó.
¾    No sé donde es, pero sí, nos podemos ver allá. ¿A qué hora?
¾    A las 3:00 pm ¿te parece?
¾    ¡Perfecto! – la idea de un parque me parecía magnífica, me encantaba la naturaleza y el aire libre.
Miré el reloj, quería saber cuánto tiempo me quedaba antes de que debiera irme, necesitaba tener unos minutos a solas, quería relajarme un poco antes de que me viera con Louise.
Aun tenía tiempo, me caminé varias cuadras de Paris, sabía que aunque pasara 100 veces por un mismo lugar en esta ciudad, nunca dejaría de sorprenderme de su belleza, era increíble como este lugar era el centro de inspiración para personas de todo el mundo, en especial para mí. Aquí la gente se muestra como son: artistas, ingenieros o médicos. No hay esa distinción, no hay diferencia, para mí eso es lo que inspira de un lugar, la igualdad. Sería fantástico que todo el mundo fuera así.
Tomé un taxi y le indiqué que me dejara en el parque que Louise me había dicho,  el taxista mencionó que ese parque quedaba muy retirado de la zona en la que estábamos, le dije que no importaba, debía llegar fuera como fuera, y así fue.
No sé cuánto tiempo pasó antes de que llegáramos, solo sé que el recorrido se me hizo un poco tedioso, suspiré cuando el taxista anunció que habíamos llegado.
Debía encontrar a Louise, por lo que comencé a caminar por los alrededores del parque que tenía un gran lago donde nadaban patos blancos, a lo lejos había una especie de casa antigua y por todos lados, en cada rincón, jardines bien organizados.
Louise estaba sentado en una banca esperándome, en su mano llevaba lo que parecía ser una rosa blanca, me percaté que se había dado cuenta que yo ya estaba allí cuando lo vi levantarse y aproximarse a mí. De nuevo se aceleró mi corazón, no sabía cómo saludarlo, con este escenario era imposible no ser románticos.
No dejaba de imaginármelo a él y su perfecto juego de palabras románticas, en definitiva este chico francés me tenía la cabeza vuelta un caos.
Recorrimos el parque en medio de conversaciones sencillas, hablamos de aspectos de nuestras vidas, me comentó que el parque tiene un estilo anglo-chino, que había un castillo, me imaginé que era esa casa antigua que vi cuando llegue, me dijo que ha tenido muchas remodelaciones y a mí no se me hizo eso algo nuevo, la mayoría de los monumentos de París han sido remodelados o reconstruidos, el pasar de los años deteriora mucho esa clase de edificaciones.

Todos los derechos Reservados. (c) 2011 por Autores: Victor Yustiz y Sharlot Vargas.

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