Les Quatre Temp, París - Francia |
CHRISTOPHER: PARTE2
Hay entradas desde todos los ángulos, y las conexiones con el metro y el RER están justo a la salida. Adjunto al centro comercial hay un cine en forma de bola gigante al que se accede desde el mismo centro comercial.
No podía salir de allí sin comprar algo antes, sería algo así como un poder ineludible. Había muchísima ropa que definitivamente jamás iba a poder encontrar en Venezuela, por lo que no pude evitar comprar, mi primera cuenta marcó muchos euros, preferí ni mirar porque no quería dejar nada de lo que ya había elegido y mas que aun faltaba comprar la línea de mi celular, por lo que recorrí el majestuoso centro comercial en busca de una tienda en donde pudiera comprarla. Miré mi reloj que marcaba las 3:15 pm, había pasado tan rápido el tiempo, era hora de irme, debía preparar la cena pues esta noche Christopher vendría a casa, sonaba hasta lindo ese “a casa” solo tengo horas en la ciudad y ya la encuentro como un hogar. Tomé un taxi de vuelta al departamento, definitivamente tenía que regresar al centro comercial en otro momento.
Llegué al apartamento y coloqué las bolsas de las compras encima de mi cama, me quité las zapatillas con las puntillas de los pies y me fui directamente a la ducha, no me mojé el cabello pues, esta mañana ya lo había hecho.
Decidí preparar la cena rápidamente, el sushi era buena opción tenía mucho trabajo su elaboración pero aun me quedaba tiempo antes que llegara Christ, preparé la mesa.
Escuché sonar el timbre, entonces me percaté de que ya era la hora, me acomodé un poco el cabello y fui a abrir la puerta, como lo imaginé, era Christopher. Traía consigo un hermoso ramo de rosas rojas, y llevaba puesta una camisa de cuadros grises en diferentes tonalidades.
— Hola, adelante, pasa. - dije al verlo
— Esto es para ti. - exclamó y me entregó el hermoso ramo de rosas.
— Gracias, están hermosas. - me sorprendió un poco el hecho de que las trajera, quizás se estaba tomando esto de la cena muy en serio, sin embargo hice caso omiso a mis pensamientos y las recibí junto con el beso en la mejilla que me había dado.
— Oh, sushi. Genial me encanta el sushi. - Afirmó Christopher.
— ¿En serio? A mí también. Al menos sé que te gustará.
— Por supuesto, veamos que tal cocinas. - dijo y tomo su primer bocado. — mmm...! - está delicioso, dijo mientras terminaba de tragar lo que había comido. Sonreí y comencé a comer.
Me enteré de que nació en Madrid - España el 13 de Diciembre, se mudó a Francia hace varios años por motivos de estudio y trabajo, sus papás y hermanos aun viven en España pero vienen con frecuencia a visitarlo y tiene 19 años de edad. La noche había sido genial, me parecía buen chico, era bueno saber que contaba con una buena persona en este país donde para mi todos eran extraños, tal vez esto sería el comienzo de una amistad o…
No, no mejor solo pienso en amistad, aunque su sonrisa es lo que me tiene con los pensamientos desequilibrados. Eran las 9:30 de la noche, estaba algo cansada, pero completamente embellecida viendo la Torre Eiffel desde el balcón de mi departamento junto a Christopher.
No, no mejor solo pienso en amistad, aunque su sonrisa es lo que me tiene con los pensamientos desequilibrados. Eran las 9:30 de la noche, estaba algo cansada, pero completamente embellecida viendo la Torre Eiffel desde el balcón de mi departamento junto a Christopher.
— La pasé genial hoy, la Torre Eiffel se ve hermosa desde aquí. - suspiré...
— Si, lo mismo digo. Tenía tiempo que no la pasaba tan bien, después de tanto trabajo y estudio.- y nuevamente me dejó ver su maravillosa sonrisa. — La Torre se ve mucho mejor allá, debes ir a conocerla antes de irte. - lo escuché hablar mientras contemplaba la media luna de esa noche.
— Por supuesto, tal vez mañana valla. – respondí
— ¿Si quieres podemos vernos allá? - preguntó entusiasmado.
— Me parece bien. ¿A qué hora?
— No lo sé, ¿qué tal a las 4:00 de la tarde?
— Perfecto! - sin querer bostecé
Lo acompañé a la puerta y me despedí, pues mañana sería otro día, el día en el que conocería la torre Eiffel.
— Hasta mañana. – respondió, se dio media vuelta y llamó el ascensor.
Mientras lo esperaba, se volteó para ver si yo aún permanecía en la puerta. Lo cual era correcto, me sonrió y yo también lo hice, hasta que finalmente llegó el ascensor, se montó y yo cerré delicadamente la puerta de mi departamento.
Fui a mi habitación y al ver las bolsas de la ropa que había comprado esta tarde en el majestuoso centro comercial, deseé probarme todo de nuevo y eso hice. Había desordenado todo, y definitivamente estaba muy cansada como para acomodarlo. Era inevitable no mirar por la ventana antes de dormir, París por las noches no es para nada una ciudad oscura, a lo lejos la ciudad mantiene su encanto.
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