Corazones jóvenes corren libre |
CIUDAD DEL AMOR
Desperté por la turbulencia del avión al aterrizar, miré por la ventanilla que estaba a mi derecha y estábamos allí, pisando Francia, lleno de luces, lleno de personas. La sensación de llegar no fue la que imaginé que sentiría, ya extrañaba todo pero a la vez estaba emocionada por los próximos meses sola, quería explorar todo.
Miré mi celular a ver si tenía señal, como pensé estaba en S.O.S, por lo que se me ocurrió usar el servicio Wi-fi del aeropuerto.
Tomé mi maleta, y comencé a ver las notificaciones que tenía. Muchas publicaciones de mis amigos en mi muro, Shannon: —“Amiga espero que estés bien, no me olvides, estaré esperando que regreses te quiero muchísimo, me harás mucha falta, escríbeme en cuanto puedas.” – pulsé el botón me gusta y comenté bajo esa publicación: — “Hola, ya llegué. Estoy bien un poco cansada, en el aeropuerto aun, ya saliendo al departamento. No tengo nada de señal estoy usando el wi-fi del aeropuerto, me conecto en cuanto pueda. ¡Te quiero! “
Usé el deslizador táctil de mi dispositivo y seguí bajando a ver cuáles eran las otras publicaciones que me habían dejado. Uno de los comentarios que mas me llamó la atención fue este:
Emily: — “Amiga ya que estas en la ciudad más romántica, ten amores de veranos y preferiblemente si son lindos. Te extrañaré muchísimo, te quiero”. - Jaja ahora todos quieren que tenga amores de verano, pero será algo que no buscaré. ¿Amores de verano?, ¿es en serio?; soy de las que piensa que ese tipo de cosas llegan solas, si mucho buscas lo que encuentras no puede ser lo que esperas, y como en ese momento estarás encantada con toda la atmósfera romántica no te darás cuentas de tus opciones, así que mejor a esperar que sucederá. En el segundo siguiente lo que sé es que tropecé y no está el hecho de tropezar sino que fue con él…
— Lo siento, – dije al ver el desorden que accidentalmente había ocasionado, esa innumerable cantidad de páginas regadas en el suelo.
— No te preocupes, los ordenaré de nuevo – sonrió, por un momento me hipnotizó esa hermosa sonrisa, tan perfecta.
— Lo siento tanto...
— No hay problema. - sonó despreocupado.
— ¿Conoces este lugar?, acabo de llegar y no sé donde tomar un taxi que me dirija a esa dirección.
— Por supuesto, sonará loco y puede que no me creerás pero casualmente vivo allí, en el cuarto piso, me mudé hace poco. Nos veremos luego, espero que disfrutes tu primer día aquí, París por las noches hechiza.
“Paris por las noches hechiza”, con esa sonrisa ¿cómo no iba a hechizar? Salí y tomé un taxi, le pedí que me llevara al lugar que estaba plasmado en la nota que me había dado mi padre, fueron varios minutos en carretera, por poco y me quedaba dormida, cabeceé durante todo el recorrido. Me percaté de que había llegado cuando el auto se detuvo frente a ese edificio, el amable señor del taxi me ayudó a bajar el equipaje, saque las llaves que tenía en mi bolsillo y entré.
Subí al segundo piso y entré a mi departamento, era el número 7, ese ambiente relajado fue lo primero que noté al entrar, todo un remanso de paz. Sus techos eran moldeados y suelo de parquet, un largo corredor se extiende desde un extremo a otro, era de fácil acceso a todas las habitaciones y es iluminado por grandes ventanales con vistas al patio.
Papá había cumplido mi sueño, este era el regalo de cumpleaños que seguramente marcaría mi vida, mi favorito, entré a la habitación principal, la que sería mi dormitorio lancé las maletas en uno de los rincones, abrí uno de los ventanales y dejé que la cálida brisa inspiradora de parís recorriera mi habitación, me acosté sobre la cama, cerré mis ojos y suspiré.
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