LA CENA: PARTE 2
— No te regalo la luna, pues no me gusta ofrecer cosas de las que no soy dueño. – Mencionó Louise, lo miré, sonreí y seguidamente le respondí:
— Tienes una manera un tanto peculiar de decir las cosas y encantarme con ellas. – sonreí de nuevo.
— Y tú tienes ese algo, que es capaz de robarle mil suspiros a cualquiera. – sonrió y me miró fijamente a los ojos. Estaba completamente embellecida ante aquellos ojos grises que resaltaban entre tanto cabello rojo. Sentí como me tomó por la cintura y me acercó hacía él, su pelvis estaba rosándome con tanta insistencia, empecé a sentir nervios, mi respiración se tornó densa, nuestros rostros estaban demasiado cerca y yo estaba decidida a no hacer nada para alejarlos. Clavé mi mirada en sus ojos que lentamente se cerraron e instintivamente hice lo mismo, podía sentir su respiración rosar mi rostro, estaba quedándome sin aire y solo había una forma para recuperarlo del cual no estaba muy segura en hacer…
— Hermanito… - escuché esa dulce voz interrumpirnos. Era Ránia. Inmediatamente nos separamos, fue tan obvio la forma en que lo hicimos, que seguramente hasta para esa niña era fácil deducir lo que estábamos a punto de hacer Louise y yo.
— ¿Qué sucede Ránia? – murmuró Louise.
— Papi dijo que les avisara que ya los visitantes tienen que irse.
— Ok, Ránia diles que vamos para allá. – Anunció Louise. Mi respiración aun estaba tensa, no podía dejar que papá se diera cuenta de esto, respiré profundo y exhalé.
— Bueno, creo que me tengo que ir. – murmuré. No podía ni mirarlo a la cara, estaba muy apenada.
— Tengo que verte pronto. – Asintió. Y levantó mi cara con sus suaves manos obligándome a mirarlo a los ojos. — Promételo. - añadió
— Eso espero. –sonreí.
No esperé un segundo mas, papá y yo nos despedimos y nos fimos directo a casa, los mensajes de Louise no paraban en llegar a mi celular y no estaba segura de si responderle o no, luego de lo que había pasado, no sabía que pensar y mucho menos que hacer.
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