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martes, 1 de noviembre de 2011

Visita de papá: Parte 1






VISITA DE PAPÁ: PARTE 1


El sol anunciaba que era hora de levantarse, entraban apresuradamente esos cálidos rayos de luz por mi ventana. Me levanté con entusiasmo, papá llegaba hoy a la ciudad, quería verlo, deseaba estar con él y que me contara sus historias, que para mí, más que simples historias, eran esos aspectos de su vida que me encantaba imaginarlos con diversión.
Repase mis pensamientos y me di  cuenta que no fui invadida por ese sueño loco que me había estado acosando esta última semana; o bueno, sí, pero esta vez no fue completo como siempre, al menos no caí en el abismo. Esa era la parte que definitivamente más me aterraba. No podía dejar que este sueño repetitivo causara conmoción en mí este día que papá finalmente llegaba. Extrañaba esos abrazos y esa manera única de mirarme que él tiene; esos chistes improvisados, y esos apodos locos que inventa.
Fui directo al baño pues se me estaba haciendo un poco tarde, papá llegaba a las 9:00 am y mi reloj marcaba las 8:21am. Tomé una ducha rápida, fui al armario y me coloqué algo sencillo, unos jeans y una franela
Salí del departamento y esperé varios minutos por un taxi, miraba el reloj cada rato pues estaba desesperada, no quería que papá llegara y yo no estuviese allá. Por fin llegó uno, le indiqué para que se detuviese, entré y le pedí que me llevase al aeropuerto. — ¿será que papá ya llegó? -me pregunté.
El aeropuerto se encuentra en la zona más metropolitana de Paris, no estaba tan cerca después de todo, al menos quedaba la esperanza de que el vuelo se retrasara unos minutos mientras yo llegaba. Llegué, me bajé del taxi y fui en busca de la aerolínea en donde vendría mi papá. Para mi sorpresa, aún no había llegado. — Gracias a Dios - pensé y suspiré aliviada.
No me había dado tiempo de detallar el aeropuerto el día que llegué, es por eso que aún no había comprendido por qué dicen que este aeropuerto es uno de los más importantes del mundo, es grandioso, su estructura es digna de una película, aquí las despedidas deben de ser un poco duras. -pensé.
Si por si las despedidas son un momento inoportuno del que es difícil escapar, con este paisaje seguramente se haría más nostálgico ese momento.
Encontré un Café, pedí uno ya últimamente me había vuelto adicta y de inmediato me salí del lugar, mi plan era seguir recorriendo el aeropuerto... De pronto sentí como mis pies se detuvieron en seco y seguidamente se volvieron a mi mente esos flashbacks de días pasados...
Caí de nuevo en la realidad y me di cuenta que estaba en el mismo lugar que tropecé con Christ aquel día de mi llegada a Paris. Recordé ese momento en el que me regaló una sonrisa y mi mente decidió apoderarse de ella y guardarla. Estaba parada allí, justo donde conocí a mi amigo español, ese amigo el cual, ya no me hablaba solo por una estúpida pelea; ese amigo, él que me evitaba constantemente y no contestaba mis llamadas.
El universo, como siempre, no dejaba de asombrarnos, hacía que cada suceso se volviera una casualidad, lo vi, estaba allí parado, hablando con una muchacha de su misma estatura, de cabello castaño oscuro que usaba lentes, ella le estaba entregando unas carpetas o unos papeles, a decir verdad, no lograba ver con claridad, y de por sí, no podía decir con seguridad que era a esta distancia a la que me encontraba.
En mi mente me debatía si ir hasta allá y saludarlo, no estaba muy segura de ello, tenía miedo que se negara. Bueno, quizá podía ser la oportunidad, estaba acompañado y seguramente no se negaría, bueno al menos eso era lo que yo esperaba, que no se negara a querer hablar conmigo. Caminé en dirección a él, esperando no me rechazara cuando le hablara y al segundo siguiente me petrifiqué, mi mirada fue penetrada por una de esas amplias sonrisas que desgraciadamente no era para mí, si no para la chica con la que él estaba hablando.  Esa sonrisa que le daba coherencia a este mundo, esa que vi el día de nuestro visita a la Torre Eiffel, esa sonrisa, la sonrisa de Christ.


Todos los derechos Reservados. (c) 2011 por Autores: Victor Yustiz y Sharlot Vargas.

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